
Estoy observando desde el borde del precipicio, y todo lo que veo es prescindible. Habría que tirar la casa por la ventana para que quedara sólo la esencia: tú mismo. Nos crean, y creamos, una tela de araña prescindible llena de inutilidades. Menos bultos, más claridad, debería ser la leyenda de nuestro escudo de armas. Y si no puedes, jibariza tus preciadas posiciones. Comprime tu mundo y guárdalo en una pequeña caja de seguridad. Cuando encuentre mi sitio haré la penúltima limpieza y sólo me quedaré con el botiquín de primeros auxilios. Todo lo demás lo donaré a gente que no ha sabido curarse.
Este noviembre me ha estabilizado. El mercurio se ha quedado petrificado. Cuando nada desafina sólo suena el silencio. Presente continuo, futuro pluscuamperfecto.