M. estaba bien. Perfecto.
Me gustaría levantarme mañana siendo mejor que hoy. Despojarme de esos tontos prejuicios de aprendiz de suicida por correspondencia. Mejor la melancolía calculada de OMD que la tortura premeditada de Cocteau Twins. No paro de bostezar, así reacciona mi cuerpo ante los ataques frustrados de la migraña. Cuando uno deja los vicios se encuentra mal, y cuando los disfruta se encuentra peor. ¿A qué carta jugamos? Arranco fuerte, pero me diluyo cual pastilla efervescente, inútil contra mis zarpazos cerebrales.
El dolor de cabeza remite lentamente. Aún no sé el porqué del mismo. Ha sido un día plácido. He dormido bien. He comido mejor. Incluso cuando ha llegado la multa ya me dolía. ¿Será que se tensiona algo fuera de mi alcance? ¿Tengo partes autónomas que buscan la independencia a golpe de terrorismo sicosomático? El viernes pasado tuve visita con 'mi' neurólogo. Me comentó mi última analítica. Como un puto roble. Lástima que mis males no se puedan cuantificar entre un mínimo y un máximo. Aún falta para que me quede tirado en un arcén. Mientras tanto he de procurar no correr a 115 cuando sólo lo puedo hacer a 100.