11 dic 2011

LA DISCIPLINA, EL HONOR Y LA GLORIA

Ha acabado otro día doloroso. Cómo he conseguido resistirlo es un misterio para mí. Por la mañana fui al centro de distribución a buscar nuestra ración de miso. El hijo de los encargados del centro tiene pulmonía, pero lo han tratado con penicilina y parece que está mejorando. ¡Qué mala suerte! Si muriera el hijo de esa mujer que anda murmurando a mis espaldas tendría, como mínimo, un consuelo.
Cuando se vive en el campo, hay que tener un alma sencilla, pero los Sugimoto, con su asquerosa y altiva esterilidad, hacen la vida campestre mucho más difícil y penosa. Me gusta tener un alma sencilla. Incluso llego a pensar que no hay nada tan hermoso como un espíritu sencillo en un cuerpo sencillo. Sin embargo, cuando me hallo frente al profundo abismo que se abre entre mi alma y esa alma, no sé qué hacer. ¿Es posible convertir el anverso de una moneda en el reverso? Simplemente, cogiendo una moneda sin desperfectos y agujereándola. Esto es el suicidio.
De vez en cuando rondo cerca de este punto, movida por la decisión de poner fin a mi vida. Mi compañero huye a un lugar infinitamente lejano. Y entonces, de nuevo estoy sola, rodeada de aburrimiento. Estos callos en mis manos... son ridículos.
Sed De Amor, 1950

Datos personales