skip to main |
skip to sidebar
SENDEROS QUE SE BIFURCAN
Hace una semana que bajé de la montaña. No diré si acertadamente o no, tomé un camino. Uno que me lleve a algún sitio. Llevo demasiado tiempo estancado. No hablo de un estado erróneo, más bien me refiero a una situación enquistada, que no ha sabido o podido evolucionar. No hay culpables porque a veces la historia crea a los personajes y los maneja caprichosamente. Además, los naufragios fueron, son y serán situaciones habituales si te dedicas al noble arte de navegar. Estos siete días han conseguido que recupere mi amor por las salas oscuras de los cines. De lo demás no puedo decir mucho porque estoy en ello. Lo importante es asumir lo elegido y dejar que crezca para poder observar si fue un error o un salvavidas (volvemos a los hundimientos). Desde aquí recomiendo encarecidamente Los descendientes. Creo que me ha enseñado más sobre ese concepto tan corrupto como es el de familia que todo lo que me pueda escupir desde un púlpito la Santa Madre Iglesia político-militar. Hay que aprovechar el tiempo que nos queda, hay que estar contentos con lo que nos rodea, hay que ser felices con nuestros satélites, hay que dar gracias al levantarnos cada mañana porque no caeremos al suelo ya que aún tenemos piernas, hay que felicitar a la cocinera porque las lentejas salieron exquisitas... Y se fue la luz, pero regresó al poco tiempo, y pudimos ver como Hawai no desaparecía del todo entre tanta basura sentimental que vamos generando, pensando que lo importante en nuestra vida es lo totalmente prescindible. Seguir es vivir, volver la vista atrás es ver parte de nuestra felicidad y el futuro es nuestro porque somos dueños del destino que nos queramos regalar.