Escrito el lunes 15.
Ayer escribí un post de mierda que no me he autopermitido publicar.
Yo no puedo forzar el escribir, o surge o no surge, ésa es mi carencia,
ésa es mi virtud. Supongo que ésa es la amarga diferencia entre un
'profesional' y un 'amateur'. Pero ya me está bien, no tengo ni
coacciones ni ataduras de ningún tipo a la hora de enfrentarme a la
pantalla en blanco. Además, a nadie le importa lo que diga, pero yo soy
mi mejor censor, y el nivel no baja nunca ni un milímetro.
Se acaban 12 días de mierda (mi catalanismo está a flor de piel de las
yemas de mis dedos), empiezan 7 de gloria. Los dichosos ciclos marcan mi
vida. La montaña rusa, con sus notables cimas y sus profundas simas, es
una metáfora de mi discurrir vital, a todos los níveles y en casi todos
los momentos (quizás pueda excluir las horas de sueño, sólo quizás).
Pero no quiero ir más allá de esta próxima semana, pese a que veo mejor
de lejos que de cerca. Vivir al máximo lo que me queda de vida es un
bonito epitafio para una tumba que se va a quedar vacía dentro de muy
pocas horas.
Corto, pero intenso (mi texto, no quiero que penséis otra cosa), sólo sé hacerlo de esta manera.