
Me he levantado con Wall Of Voodoo. Ya hemos llegado al ecuador de agosto. Hoy me largo a desintoxicarme de tanta tiempo en casa. Dentro de cuatro días vuelvo. No habrá blog hasta el jueves. No creo que la raza humana desaparezca por culpa mía. Vacaciones dentro de las vacaciones. Todo en mí en estos momentos está frenado. Sobre todo mi cuerpo. Mi cabeza está llena de algodón por dentro. Así me siento. He de cambiar mi silla de trabajo. Está rota, pero aún no me caigo. El signo de los tiempos. Después del especial Simple Minds de ayer, he de constatar la mala suerte de los escoceses y la demasiada buena suerte de los irlandeses U2. El fin justifica los medios. En el fondo soy
punk, no sé si
post o
after (no es lo mismo, pero tampoco son diferentes, ¿qué son?), pero el 77 me revuelve las tripas. Quizás sea
technopunk o
cyberpunk corriendo los tiempos que corren. Es lunes, pero parece domingo. Hay que tener cuidado con las apreciaciones. Nada es lo que es porque todo es relativo. Este diario de a bordo, de una nave que no existe, resume lo que pueda pasar por la cabeza de un humanoide masculiono medio. Un jodido mortal entre tanto inmortal de diseño. Alguien imperfecto dentro de una cierta imperfección. Alguien que siempre se está haciendo a sí mismo. Alguien que no se crea ni se destruye, que sólo tiene la transformación como medio de fuga a mundos mejores. MRI pone el fondo a esta distopía casera. No hay puntos aparte porque sólo tienen que haber seguidos. Nada de escalones, me gusta vivir en una sola planta. El 13 siempre será un gran número.